¡Síguenos!En la precoz carrera de la sucesión por Casa Aguayo, que está todavía lejos en el tiempo y más lejos en las circunstancias, por las fuerzas política y administrativa del gobernador Miguel Barbosa Huerta, no hemos terminado de ver la lista de los aspirantes con posibilidades reales.
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El cura que ha de oficiar la misa de 2024 posiblemente no es todavía monaguillo (que nos disculpe el poeta Joaquín Ramón Martínez Sabina, por la paráfrasis).Sin embargo, las carreritas comenzaron hace mucho entre quienes tienen una aspiración genuina, por su trabajo y trayectoria, tanto como entre quienes se suponen con posibilidades, porque antes la suerte los ha llevado a posiciones, aunque no tienen capacidades y han resultado anomalías políticas de coyuntura.
En este último grupo están, sin ninguna duda, la ex presidenta municipal de Puebla capital, Claudia Rivera Vivanco, y el coordinador de los diputados federales del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Moisés Ignacio Mier Velazco.
Son advenedizos que trajo la marea, pero que carecen de credenciales personales, políticas y profesionales para aspirar a la gubernatura de Puebla.
El tema viene a cuenta, luego de la publicación de la encuesta de la empresa Massive Caller, Intención al Voto, Gubernatura 2024 Puebla”.
Las encuestas telefónicas -se advierte- “fueron levantadas mediante la técnica de ‘robot’ en grabaciones enviadas a los hogares que son contestadas por el propio entrevistado”, pero no se explica si son estatales o de la capital.
En ese análisis, de manera inverosímil se presenta a Rivera Vivanco con capacidades competitivas (34.8 por ciento) en su partido, Morena, incluso, casi a la par del senador Alejandro Armenta Mier (35.3 por ciento).
Nadie lo cree. Yo tampoco, ni colegas y conocidos políticos que revisaron el estudio. “Está cuchareada”, fue una respuesta repetitiva y la beneficiaria de esa inverosimilitud es la propia Claudia.
La única referencia numérica con verosimilitud sobre Clau es el rechazo de más de 76.3 por ciento de los encuestados.
Otro dato que, aunque este sí tiene verosimilitud, parece todavía bastante generoso es el de conocimiento de Moisés Ignacio.
Señala el estudio de Massive Caller que el coordinador de los diputados federales morenistas, quien ha sido señalado en una investigación de lavado de dinero, cuenta con 9.8 por ciento de intención de apoyo, para ser el candidato de Morena.
Me parece exagerado, pues Moisés no ha superado su condición de político regional en Puebla, aunque tiene un cargo nacional, heredado de su socio Mario Martín Delgado Carrillo, presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) morenista, a quien debe lo que aún no ha dejado de ser.
Esas dos inconsistencias con la verosimilitud y con la revisión cotidiana que hacen otras mediciones, que a su vez realizan algunos aspirantes, debían ser señaladas.
Pero volviendo a las mediciones y a los personajes, sobre todo en Morena, falta ver todavía quiénes serán corcholatas.
Falta mucho y mucho ocurrirá.
La voz principal en Puebla ni siquiera se ha pronunciado.
La contienda no está siquiera en pañales.