¡Síguenos!Es un hombre de claroscuros y un personaje mucho más interesante y más peculiar, de lo que en la superficie se detecta.
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El priísta, que sin dejar al tricolor ha jugado soterradamente en muchos otros institutos, busca llegar a su cuarta legislatura como diputado federal.
Las tres anteriores ha sido, señaladamente, un representante del neoliberalismo y en muchos sentidos ha hecho el trabajo sucio en contra de los intereses más genuinos del país y de los mexicanos. En contraste, ha sabido llevar siempre recursos a sus representados.
Basta y sobra con decir que el poblano Estefan (aunque hay quienes con xenofobia lo ubican como oaxaqueño) fue uno de los principales constructores, en 1998, del Instituto de Protección del Ahorro Bancario (IPAB), que sirvió de tapadera al Fobaproa (Fondo de Protección al Ahorro Bancario), con el que un puñado de millonarios, arropados por la clase política dominante del priato, lavaron delitos, abusos y fraudes.
La votación definitiva que dio vida al IPAB y que selló una deuda descomunal, la mayor interna, que el país y los mexicanos seguimos y seguiremos pagado por generaciones, se dio el 12 de diciembre de ese 1998, el día de la Virgen de Guadalupe.
El entonces vicecoordinador de la bancada priísta en San Lázaro, Fidel Herrera Beltrán -de oscuro recuerdo para Veracruz-, tuvo el descaro de festejar que “la Virgen se vistió de azul”, en alusión a que los votos de los legisladores panistas se sumaron a los del PRI, para consumar el “atraco del siglo”.
Ahí estuvo Estefan, jugando las contrarias a lo que románticamente se llama “el Pueblo”, y lo siguió haciendo por muchos años más, desde sus aventuras repartiendo portafolios de billetes, hasta arreglando elecciones.
Sin embargo, ha seguido vigente.
Apenas justo es que por fin Charbel vaya a la boleta con los dos logotipos, los del PRI-AN, ahora en la alianza Va por México, porque a los dos ha servido con abyección.
Este personaje de figura enclenque, que puede pasarse días comiendo solamente atún y bebiendo cocas-colas light de lata, es por ello el paradigma de las fallas del sistema político mexicano.
Es uno de los padres del Fobaproa, pero es también un legislador muy eficiente.
Este poblano de perfil de rabino es un hombre de cuna privilegiada que, paradójicamente, ha sabido por décadas ganarse el voto de los más marginados.
La razón es muy sencilla: los salpica de migajas clientelares y baja obras a manos llenas, aunque casi siempre con cuestionados sobrecostos y ahí están históricamente las referencias hemerográficas.
Ha sido siempre representante legislativo de la Mixteca Poblana, desde la primera vez que, como hijo putativo del entonces gobernador Manuel Bartlett Díaz, compitió por el distrito de Acatlán de Osorio.
Por cierto, la demarcación electoral federal más extensa territorialmente del país.
La configuración del distrito ha cambiado, pero no la presencia de Charbel. Cada vez que compite, gana.
Y la razón es simple: le ha cumplido a la gente.
La ocasión más reciente que llegó a San Lázaro fue en 2015, cuando negoció con el entonces gobernador Rafael Moreno Valle Rosas la entrega de ese distrito al PRI y hasta tuvo que bajarse de su pretensión en ese proceso el hoy diputado local con licencia Gerardo Islas Maldonado, entonces amigo entrañable del difunto ex mandatario.
Este tipo, adicto a los relojes caros, obscenamente caros, aunque él a veces vista casi como indigente, es también un técnico especialista, casi indispensable, en las labores legislativas.
Con mucho éxito ha llevado sus gestiones como presidente de las comisiones de Presupuesto y Hacienda, en legislaturas distintas.
Una vez más Charbel irá por el ahora Distrito 14 Federal, con cabecera en Acatlán de Osorio, y hará pomada a sus contrincantes en las urnas, sobre todo si la alianza Juntos Hacemos Historia (Morena, PT y PVEM) envían a buscar la reelección a Nelly Maceda Carrera, una política que no hizo, ni ha dicho nada, en su representación en la actual LXIV Legislatura y que se ha encargado que públicamente se conozcan los detalles de sus excesos.
Charbel Jorge de nuevo será diputado federal.
Ese personaje que casi nunca se peina los cada vez más escasos cabellos que tiene y que está abismalmente alejado de la elegancia, que se podría procurar con su sobrada solvencia económica.
Él, quien representa el cáncer y el bálsamo del sistema político mexicano.
Así de paradójico es México.