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El 5 de diciembre de 1994, apenas 4 días después de rendir protesta como presidente de la República, Ernesto Zedillo Ponce de León, anunció en Los Pinos su primera acción trascendente: la reforma judicial de 24 artículos de la Constitución.
El 1 de enero de 1995, cerró por un mes la Suprema Corte de Justicia de la Nación, separando de su cargo a los 26 magistrados.
El PRI y el PAN fueron de la mano al igual que en los tiempos actuales. En ese entonces no esgrimieron actos de corrupción ni favoritismos ni abuso de la mayoría cameral ni de que el gobierno estuviera manejado por el narcotráfico ni de complicidades.
Sus dirigentes posaban satisfechos.
Se veían contentos soñando con el porvenir.
Priistas y panistas se repartían el poder a manos llenas.
Hoy, se cortan las venas por la mayoría calificada que tendrá Morena en el Congreso de la Unión que le permitirá reformar la Carta Magna y, por consiguiente, el Poder Judicial.
A mediados de los años 90, la era zedillista no alteró al mundo ni se habló de comunismo ni de dictadura; al contrario, hubo júbilo y elogios al “estadista” que le convenía al PRIAN.
Apenas se escucharon los gritos ahogados del PRD y el PT.
Su iniciativa fue aprobada el 22 de diciembre por 381 diputados y ratificada en el senado con el propósito de reducir de 26 a 11 los magistrados y derogar su inamovilidad, reduciendo a 15 años su permanencia en el cargo, lo que llevaría, diría el presidente, a perfeccionar la democracia, garantizar el equilibrio entre los poderes de la nación, fortalecer el Estado de derecho y combatir la corrupción e impunidad.
Apenas 66 votos fueron en contra.
Los medios de comunicación no tuvieron espacios destacados para la información, dedicando su interés al famoso error de diciembre; al FOBAPROA que siguen pagando los mexicanos, enriqueciendo a vivales; al movimiento zapatista con Marcos a la cabeza. Parecía que tecleaban el olvido del atentado que le costó la vida a Luis Donaldo Colosio Murrieta, cuando coordinaba su campaña el mismo Zedillo.
Olga Sánchez Cordero, quien había sido magistrada y notaria del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, puede atestiguar el hecho histórico. Ella pasó a ocupar una de la 11 curules en la SCJN.
Antes, como ahora, hubo inconformidad de los magistrados y fue el ministro Mariano Azuela Güitrón el encargado de tildar la decisión de Zedillo como un atentado a la administración de justicia, sin faltar el calificativo, que nunca cuajó, de “golpe de Estado a la Corte”.
En estos momentos los aires soplan en otra dirección.
El cambio de régimen se traduce en la 4T.
La Constitución ahí está y amparará la mayoría calificada de Morena y sus aliados.
El Poder Judicial tendrá otra cara.
Es inminente; necesario.
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