¡Síguenos!Como salidas de las páginas del género de la novela negra, las andanzas del magistrado Jared Albino Soriano Hernández, paradójicamente presidente de la Comisión de Disciplina del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Puebla, han transitado entre presunta violencia familiar, golpes a su ex consorte, abusos contra los jueces, amenazas a juzgadores, reto a golpes contra sus homólogos, favoritismo y contubernio con una supuesta pareja sentimental, que es litigante, pero sobre todo y en la punta de la gravedad, mucha presunta corrupción.
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Todo se suma, además, a su pertenencia al grupo que instauró en Puebla una cuasi dictadura y que ha sido señalado por delitos muy graves, y que conocemos como morenovallismo.
La que sigue es la narración de varias fuentes que conocen personalmente, desde hace décadas, al funcionario del Poder Judicial local, quien presuntamente aparece en una grabación, que desnudaría su colusión en sobornos orquestados por el ex operador del difunto Rafael Moreno Valle Rosas, el hoy preso Eukid Castañón Herrera, y que publicó el periódico web Parabólica.mx, que dirige el periodista Fernando Maldonado.
Las fuentes, por supuesto, pidieron la gracia del anonimato, pero han dicho que, en caso de ser necesario, están prestas a ofrecer declaraciones y tienen documentos sobre todo lo que sostienen.
En el contexto de este caso y este magistrado, específicamente, el gobernador Miguel Barbosa Huerta llamó este jueves en su conferencia de prensa a defender al Poder Judicial.
La sospecha y bonanza
La vida profesional del magistrado Jared Albino se puede dividir en sus tiempos de juez y luego, en su poder y abusos desmedidos, consuetudinarios y sistemáticos, como magistrado del TSJ.
Fue juez en los distritos judiciales de Tlatlauquitepec, Teziutlán, Xicotepec, Cholula, y, desde cada responsabilidad, acusan las fuentes, “litigó a través de despachos con el objetivo de favorecerse a través de las sentencias que dictaba a modo”.
Por ejemplo, regularizó predios en los que hubo sospecha de que había “intereses con cobros económicos”.
Especialmente, como juez de Cholula, en el año 2011, favoreció a la administración de Moreno Valle Rosas, con el litigio Valle Fantástico, predio en el que se ubica el hoy Museo Barroco. Ese servicio le valió después ser premiado y aceptado en el morenovallismo.
Fue su bautizo y prueba de lealtad. Llegó entonces la bonanza y sus privilegios: en 2012, pasó de ser juez a magistrado, apenas un año después de comenzar su directo servicio al ex gobernador.
Pero la unción de la toga, en lugar de pulir su ejercicio y purificar su sospechoso comportamiento, lo potenció.
Aseguran sus amigos -porque muchas de las fuentes son sus amigos-, que suele presentar quejas inconsistentes contra varios jueces, a sabiendas que no prosperarán en sanciones, pero que le permiten presión y manipulación, para que esos funcionarios dicten sentencias que a él le convienen, en los casos en los que “lleva mano” con sus despachos con los que, paralelamente, litiga.
En contraposición, este magistrado, que es presidente de la Comisión de Disciplina, excusa con rapidez inusitada y sin justificación a aquellos jueces que son “protegidos” del todavía presidente del TSJ, el ex candidato panista a una diputación federal suplente, Héctor Sánchez.
Amos y corrupción
Hay más y peor: el magistrado tiene a una persona, con la que se le relaciona sentimentalmente, como su mano ejecutora en los litigios con que se favorece.
Es, de acuerdo con la información, “Evelyn N., quien en la actualidad litiga pero bajo el amparo del poder del magistrado”.
¿Cómo funciona esa sociedad? En los casos que ella litiga, “los jueces tienen la indicación de atender de inmediato a la abogada y dictar las sentencias a favor de sus intereses”.
¿Qué pasa si no ocurre así? “Se harán merecedores de iniciarles quejas administrativas o continuarles las quejas que ya tenían iniciadas”.
Evelyn N. fue jueza municipal en San Pedro Cholula, cuando el presidente municipal fue José Juan Espinosa (otra coincidencia harto interesante).
Pero Jared tiene también su lado bravucón: hace tiempo este hombre de terno oscuro y toga larga retó a golpes a su homólogo, el magistrado Elier Martínez Ayuso, porque “se negó al sometimiento y a la corrupción”.
Jared, quien también “autoriza los nombramientos e impone a jueces” en función de sus intereses -señalan las fuentes- tiene un pasado de violencia familiar contra su esposa y podría ser un “deudor alimentario” de su hijo.
Por supuesto, se trata de un personaje soberbio: “el Instituto de Estudios Judiciales ha sido cooptado por el magistrado Jared, en el sentido de escudarse en la academia judicial, para hacer desplantes y un desprecio por oír las opiniones de los demás integrantes del Poder Judicial por no ser ‘eruditos’”.
Es uno en un millón. Pero es un ser profundamente oscuro.
Se ha tocado fondo en el Poder Judicial. Qué lamentable.