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La historia negra de Facundo Rosas

En el peñismo y aún con vida su presunto protector desde el Senado, permaneció impune. 
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Desprovisto hoy del manto de impunidad que, principalmente, desde los poderes Ejecutivo y Legislativo, lo cobijaron en el pasado, el policía sórdido del calderonismo y del morenovallismo, Facundo Rosas Rosas, pareciera tener cada vez más cerca su cita con la justicia, por la larga estela de presuntos delitos que arrastra, al menos, desde la última década.

El también bautizado -por el periodista Alejandro Mondragón- como “El Carnicero de Chalchihuapan” es sinónimo inevitable de escándalo, luto, presunta criminalidad y dolor para muchas familias.

En su historial, el ex secretario de Seguridad Pública (SSP) del finado Rafael Moreno Valle Rosas, hombre de su confianza y a quien protegió desde el Senado de la República, ha acumulado episodios tan desafortunados, que lo pintan como salido de una película, en la que es el malhechor protagonista.

Facundo lleva encima una serie de denuncias que lo ponen al borde de graves procesos. No solamente por su relación denunciada públicamente, por ejemplo, con grupos del narcotráfico; por los operativos trasnacionales ilegales, como “Rápido y Furioso”; por la muerte de estudiantes en Guerrero y el niño de Chalchihuapan, por citar algunos casos.

Facundo es paradigma de la impunidad y en símbolo del régimen pasado, de todos sus pecados y de toda su corrupción.

Antes de su llegada a Puebla, para convertirse en el policía negro de Moreno Valle Rosas, ya traía en su conciencia, si es que la tiene, la muerte de dos estudiantes, en un operativo que él, entonces como comisionado general de la Policía Federal, instruyó con saña y exceso de fuerza, el 12 de diciembre de 2011, para desalojar de la Autopista del Sol a normalistas de Ayotzinapa.

Era el último año del aciago tiempo del calderonismo. A pesar de la intervención de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), el entonces habitante de Los Pinos, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, protegió a los involucrados, incluido Rosas Rosas.

Luego fue enviado a Puebla, para desgracia estatal. Aquí, fue titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) de Rafael y ha sido acusado de formar parte de una red de policías coludidos con delincuentes, principalmente en el robo de combustible. Dos de sus subalternos tuvieron por ello procesos que los llevaron a la cárcel.

Pero está, con mucho dolor todavía, en la memoria histórica de Puebla, el operativo maldito de Chalchihuapan, que ordenó Facundo.

Fue Rosas Rosas el responsable del desastre de aquel aciago 9 de julio de 2014, cuando agentes de la Policía Estatal, que él comandó a distancia, asesinaron al niño José Luis Tehuatlie Tamayo, y también dejaron heridos, con discapacidades de por vida, a otros de los participantes en una manifestación pacífica que pedía que no les quitaran la Agencia del Registro Civil.

Él ordenó atacar con rabia y desmesura a los manifestantes. El niño de Chalchihuapan recibió en la sien el golpe de muerte de un cilindro de gas lacrimógeno, disparado con torpeza. Ese golpe le arrebató la vida, luego de algunos días de agonía, triste y dolorosa.

Tras analizar el caso, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) emitió una resolución, en la que recomendó al gobernador de Puebla, Moreno Valle Rosas, que iniciara un proceso contra Facundo Rosas. Nada paso. Hace unos días, el policía negro de Rafael presumió que cubrió su delito con el pago de 500 mil pesos.

Moreno Valle Rosas, hay fuentes que lo aseguran, hasta su muerte lo siguió protegiendo, como coordinador del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional (GPPAN) en la Cámara Alta.

Facundo también ha sido acusado de recibir dinero del narcotráfico. La periodista Anabel Hernández denunció que Édgar Valdez Villareal, alias “La Barbie”, se lo confirmó.

Eso ocurrió, dijo la periodista, en el sexenio de Felipe de Jesús Calderón, otro de los protectores de Facundo.

De regreso a Puebla, no se puede pasar por alto el señalamiento de ser protector de huachicoleros e incluso participar de este delito, cuando se puso al descubierto una extensa red de corrupción, conformada por altos mandos y diversos policías estatales.

No se debe olvidar que, en este caso, fueron los mismos elementos de la Secretaría de Seguridad quienes señalaron que Facundo recibía dinero de estas actividades.

En el recuento de su paso por Puebla, hay que recordar que presentó su renuncia como titular de la SSP morenovallista, luego de que fue detenido, el 14 de julio de 2015, Marco Antonio Estrada López, director de la Policía Estatal de Puebla, por presuntos vínculos con bandas dedicadas al robo de combustible.

Bajo estos escándalos, parece inevitable que el destino de Facundo Rosas sea un proceso severo, largo, nutrido de acusaciones y, en ulterior camino, la cárcel.

En el peñismo y aún con vida su presunto protector desde el Senado, permaneció impune.

Sin embargo, hoy los tiempos son otros. La Cuarta Transformación (4T) ha ofrecido castigar los crímenes del pasado y, en Puebla, el gobernador Miguel Barbosa ha demostrado que su mano, ni es suave ni está trémula, ante estos casos.

Aquí hoy no se tejen hilos de complicidad.
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