¡Síguenos!Jakiw Palij logró vivir durante años en el barrio neoyorquino de Queens sin llamar mucho la atención. En una investigación sobre los horrores del régimen nazi emergió hace tres décadas su nombre y su verdadera identidad, que reveló un antiguo compañero afincado en Estados Unidos que trabajó con él como guardia en un campo de concentración. Sin embargo, no ha sido hasta este lunes cuando la Casa Blanca ha dado la orden para su detención y deportación inmediata a Alemania, bajo la acusación de crímenes de guerra.
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Palij, de 95 años, aterrizó en un avión militar en el aeropuerto de Düsseldorf este martes por la mañana. Los medios alemanes informaron de que Palij sería trasladado desde el aeródromo a una residencia para mayores, también en el Estado federado de Renania del Norte-Westfalia. Las ediciones digitales mostraban imágenes de Palij con barba blanca, una visera y postrado en una camilla.
El ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas, quien esta semana visitó el campo de concentración de Auschwitz, aseguró al Frankfurter Allgemeine Zeitung que “Alemania, en cuyo nombre se cometieron las peores injusticias bajo el régimen nazi, está haciendo frente a sus obligaciones morales”.
El presidente estadounidense, Donald Trump, se ha tomado este caso como algo personal. La deportación, de acuerdo con el anuncio realizado el lunes por la Casa Blanca, fue posible "gracias a extensas negociaciones" diplomáticas dirigidas por el propio presidente y el "esfuerzo de colaboración" de Alemania.
Richard Grenell, el embajador estadounidense en Berlín, hombre de confianza de Trump en Europa, dejó clara la importancia que Trump le concede a este asunto. “Las instrucciones precisas y el liderazgo del presidente Donald Trump han sido clave para deportar a un antiguo guardia nazi de EE UU”. Hace años que Berlín y Washington negocian sobre el caso Palij, pero según Grenell, la decisión final se ha producido gracias al nuevo Ejecutivo alemán.
La cuestión ahora es saber si Palij será juzgado en Alemania como ha pedido el martes el máximo representante de la comunidad judía en el país, Josef Schuster. “Las autoridades competentes deben ahora examinar todas las posibilidades para llevarlo ante la justicia”, declaró Schuster al Bild. “Es uno de los miles de perpetradores nazis que, a pesar de sus crímenes han sido capaces después de la guerra de vivir sus vidas tranquilamente. Para los supervivientes de la shoah, esto es un hecho insoportable”.
Palij no ha sido nunca ciudadano alemán. Nació en una pequeña localidad que entonces era Polonia y hoy forma parte de Ucrania. Ninguno de esos dos países ha aceptado la entrada de Palij, que emigró a Estados Unidos en 1949. Su avanzada edad y su estado de salud complican además la posibilidad de un proceso legal en Alemania.
El deportado admitió en el pasado haber engañado a la autoridades de inmigración de Estados Unidos para poder entrar en el país. Para ello dijo que trabajó como campesino y en una fábrica durante los años de la Segunda Guerra Mundial. "Nunca habría recibido el visado si hubiera dicho la verdad", argumentó cuando los funcionarios del Departamento de Justicia se presentaron en su residencia en 1993. "Todo el mundo engañaba", dijo. Un juez le retiró la nacionalidad diez años después.
El guarda del campo de trabajos forzados de Trawniki, en la Polonia ocupada, fue acusado entonces de "participar en actos contra civiles judíos". Pero pese a que un año después se ordenó su deportación, logró permanecer en EE UU protegido por una especie de limbo legal. Alemania, Polonia y Ucrania se negaron a acogerlo. La comunidad judía en Queens, entretanto, se movilizó con protestas al grito de 'tu vecino es un nazi'.
Los agentes de la policía de inmigración arrestaron a Palij el lunes por la noche. Abandonó la residencia en silla de ruedas antes de ser transportado en una ambulancia. No hizo comentarios. En el pasado negó haber sido un colaborador nazi y explicó que se vio forzado a servir al régimen cuando a los 18 años de edad tomaron la granja de su familia.
La última deportación de un sospechoso de crímenes de guerra durante el régimen nazi fue la de John Demjanjuk, en 2009. Residía en Ohio. Falleció 10 meses después, a los 91 años de edad. En su caso fue culpado formalmente de participar en la muerte de 28.000 civiles.
Palij emigró a EE UU utilizando un programa que asistía a los refugiados europeos, bajo la Displaced Persons Act. El Departamento de Justicia considera que desempeñó un papel crucial en la maquinaria de exterminio judío durante la ocupación de Polonia al servir para una unidad que cometió atrocidades contra los civiles. También cita el batallón Streibel de la SS, que vigilaba a los polacos sometidos a trabajos forzados.
Jakil Palij vivió en una casa cerca del aeropuerto de La Guardia, que compró con su mujer a un judío de origen polaco superviviente del Holocausto. También está pendiente la extradición a petición de las autoridades polacas del ucraniano Michael Karkoc, antiguo comandante de las SS. Tiene 99 años de edad y vive en Mineápolis (Estado de Minesota). El Departamento de Justicia inició procedimientos legales contra 137 sospechosos, de los que la mitad fueron deportados.
El senador neoyorquino Chuck Schumer aplaudió la orden. "EE UU no es un lugar para los criminales de guerra", valoró, "no se merece estar en este país. No se merece morir en EE UU, un lugar de libertad e igualdad donde respetamos las diferencias de los otros". El año pasado, la delegación de congresistas neoyorquinos pidió al secretario de Estado que se acelerara la deportación.